2 de febrero de 2011

Murasaki Shikibu y el Genji Monogatari

Murasaki Shikibu “La dama Murasaki”

La lengua y escritura de las mujeres

En el siglo VI se introduce el Budismo, originario de la India, a través de China y Corea. Aunque recién en el siglo VII se erigió el primer templo budista llamado Hoko-ji en Asakusa, cerca de Nara, era difícil su difusión ya que no había lengua escrita, este hecho provocό que los primeros escritos fueran en lengua china.

Los Sutras (textos sacros que transmiten las enseñanzas de Buda) contribuyeron así a la implantación de la cultura china a través de la lengua hablada y escrita que seguiría siendo la expresión de la clase culta y aristocrática.


El monje Kukai, conocido mas tarde como Kobo Daishi había viajado a China a comienzos del siglo IX, para seguir la enseñanza de la “Palabra Verdadera”. Años mas tarde regreso a Japón llevando no solamente objetos sagrados sino también grandes conocimientos. En 816 fundό en el monte Koya, el templo Kongobu-ji que convirtió en centro de la escuela Shingon, secta muy importante del Budismo Esotérico, enteramente consagrada al estudio de los textos sagrados. A partir de la escritura esotérica derivada del sanscrito, inventό los caracteres Kana, signos silábicos que dieron origen a la escritura japonesa. Legό numerosos tratados, entre ellos el consagrado a las Diez estaciones del pensamiento y otro sobre el Universo de la conciencia.
El surgimiento de esos Kana dio origen a un inusitado cambio cultural.

Fragmento de Hokê Kyô o Sutra de la Buena Ley. Fueron caligrafiados sobre abanicos decorados con escenas de la vida de la corte. Esto establecía un vinculo entre lo sacro y lo profano.
Las mujeres de la aristocracia Heian, se apropiaron del lenguaje cotidiano y por medio de la nueva escritura compusieron textos que constituyeron las novelas fundadoras de la literatura japonesa. Los monjes, funcionarios y científicos seguían escribiendo en chino, esto generaba que fuera considerado de mal gusto que las mujeres utilizaran esta lengua.

Dado el hecho que no podían salir del palacio, siendo “prisioneras” de la superposición de quimonos y la rigurosa etiqueta, las damas de la corte eran atentas observadoras de las idas y venidas de los nobles, descifraban las intrigas que veían formarse frente a sus ojos, las cuales relataban en sutiles y poéticos textos.
Entre finales del siglo X y comienzo del XI, seis siglos antes de Shakespeare y Cervantes, una de ellas, Murasaki Shikibu “La dama Murasaki” (c 973-c. 1014 o 1025) hija de un erudito y bisnieta del gran poeta Kanesuki, ingresó a la elegante corte de la Emperatriz Akiko en el apacible período Heian, época prolífica para la cultura y las artes. En esa armónica e imperturbable atmósfera aristocrática, escribió el Genji Monogatari (Romance de Genji), una historia dirigida sobre todo, a las mujeres de la corte, seres invisibles, ocultos a la mirada masculina. Basándose en los amores de Genji, el Príncipe Resplandeciente, relata a un encantador casanova que cautiva mujeres nobles con poemas escritos en papel perfumado, anhelante de entender la fuerza misteriosa del amor. La historia del seductor abarca su vida amorosa, la pérdida y recuperación del poder imperial y la vida de sus hijos. Murasaki combina el relato amoroso (y erótico) la saga familiar, una minuciosa crónica de las costumbres sociales…y algo más: su tema central es la meditación del tiempo, el juego de los recuerdos conjugados con el presente y proyectados al futuro.. Esta obra inmensa, construida en cincuenta y cuatro capítulos, es la obra maestra de la literatura japonesa. Inspiraría a los pintores del Edokoro -una especie de academia bajo la dirección del gobierno-, que ilustraban sus principales escenas en rollos donde se sucedían imágenes y caligrafía acompañando el relato que se lee en la corte.
Durante el siglo XI, otras damas siguieron el ejemplo de Murasaki Shikibu, como Sarashima que escribió Diarios de viaje, o Sei Shônagon que escribió textos espirituales como Notas de cabecera.
Una vez mas vemos como el arduo y por entonces, irreconocido trabajo de las mujeres marco profundamente el desarrollo de grandes sucesos, en este caso, la escritura japonesa.


“Una mujer, detrás de una cortina, ve entrar a un hombre. Escribe Murasaki “instintivamente, aunque ella sabía bien que él no podía verla, se alisó el pelo con la mano”
.


El Genji Monogatari, manuscrito original. Se trazo siempre sobre papeles preciosos, realzados con toques de oro y plata.

Conmemoración del Cuento de Murasaki Shikibu en un billete de 2000 yen.



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